PROMESAS ROTAS

"Y reñí con ellos, y los maldije, y herí a algunos de ellos, y les arranqué los cabellos, y les hice jurar, diciendo: No daréis vuestras hijas a sus hijos, y no tomaréis de sus hijas para vuestros hijos, ni para vosotros mismos". Nehemías13:25
¿Qué tenemos aquí? ¿Un líder fuera de control?
En nuestra sociedad "políticamente correcta", las acciones de este dirigente de Israel serían fuertemente censuradas. Resulta muy difícil conciliar esta actitud de Nehemías con el mandato de Cristo de "amar a nuestros enemigos" ¿Verdad?
¿Qué era lo que había sucedido?
Nehemías había sido nombrado gobernador de los repatriados judíos, que estaban en gran aflicción, y al llegar a la ruinosa Jerusalén, impulsó la reconstrucción de las murallas. Luego de eso, tuvo que emprender una serie de reformas morales y sociales entre sus habitantes, que habían vuelto a las viejas prácticas que los habían llevado al cautiverio. En los capítulos 9 y 10 de este libro se registra el maravilloso reavivamiento, la lectura de la ley y el solemne pacto que hicieron.
Pero Nehemías tuvo que volver a Persia, y en poco tiempo el pacto fue olvidado. A su regreso, las cosas se habían desbordado tanto entre ellos, que era necesaria una acción enérgica para terminar con el mal.
En el cuadro que sigue, puede verse una breve comparación entre lo que habían prometido y lo que hicieron:

NEHEMÍAS 10

NEHEMÍAS 13
LA PROMESA
ACTITUDES

Protestaron y juraron que andarían en la ley de Dios... y que guardarían y cumplirían todos sus mandamientos... No abandonarían la casa de su Dios (vers. 29 y39).
El sacerdote Eliasib, había emparentado con Tobías y le había hecho una gran cámara, en la cual guardaban antes las ofrendas... Y uno de los hijos de Joiada hijo del sumo sacerdote Eliasib era yerno de Sanbalat horonita; (vers. 4,5,28).
No darían sus hijas a los pueblos de la tierra, ni tomarían las suyas para sus hijos. (vers. 30).
Había judíos que tenían mujeres de Asdod, amonitas, y moabitas; y la mitad de sus hijos hablaban la lengua de Asdod, no sabían hablar judaico, y hablaban en esos idiomas. (vers. 23,24).
No comprarían nada de los extranjeros en sábado (vers 31).
En aquellos días vi en Judá a algunos que pisaban en lagares en el día de reposo y que acarreaban haces, y cargaban asnos con vino, y también de uvas, de higos y toda suerte de carga, y que traían a Jerusalén en día de reposo También había en la ciudad tirios que traían pescado y toda mercadería, y vendían en día de reposo (vers. 15,16)
Contribuirían para la casa de Dios Y cada año traerían las primicias (vers. 32 y 35).
Las porciones para los levitas no les habían sido dadas, y los levitas y cantores que hacían el servicio habían huido cada uno a su heredad (vers. 10).

Sanbalat y Tobías eran los peores enemigos de los judíos. Que el Sumo Sacerdote le haya dado a Tobías un lugar en las dependencias del templo y haya emparentado con ellos era gravísimo. Otra vez se habían mezclado con mujeres extranjeras, sus hijos habían perdido su identidad nacional, habían descuidado su fidelidad en los diezmos y en el servicio del templo, y por último, tampoco guardaban el sábado. 
¡Rompieron todas sus promesas!
Aunque no es mi intención justificar la violencia, recordemos que además de ser gobernador de los expatriados, Nehemías era su líder espiritual. No podía quedar impasible ante el mal. 
De esta historia quiero extraer dos aplicaciones. 
La primera, es que no necesitamos líderes acomodaticios que digan que "está todo bien". Hacen falta "hombres que no se vendan ni se compren; hombres que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus almas; hombres que no teman dar al pecado el nombre que le corresponde; hombres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo; hombres que se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos". La Educación pág. 54.
Nuestros dirigentes deberían tener hoy la altura moral, el valor y la energía para enfrentarse al pecado que mostró Nehemías.  Menos que eso no es suficiente para frenar el avance del mal.
 En segundo lugar, quiero ponerme en lugar del pueblo, para preguntar: ¿qué los llevó a despreciar sus propios votos de consagración?
Sería bueno revisar cada tanto nuestros certificados de bautismo -y repasar las promesas que hicimos ante Dios cuando nos entregamos a él-, para ver si no hemos hecho lo mismo. 
¡No deberíamos necesitar que nos tiren de los pelos para que cumplamos nuestras promesas! 
Pronto Jesús vendrá a reclamar a su pueblo fiel para llevarlo al cielo. Pero antes debe hacerse una obra de purificación: "He aquí... vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis... He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos. ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia. Y será grata a Jehová la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, y como en los años antiguos." Malaquías 3:1-4.
Si hay en nuestras vidas promesas rotas, si hemos vuelto a los antiguos hábitos, si hemos sido infieles; no esperemos más. Jesús quiere limpiarnos y purificarnos de nuestros pecados. Renovemos ahora mismo nuestro pacto con el Señor. 

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