JONÁS, EL DISIDENTE

"Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó". Jonás 4:1
¿Qué es un disidente?
Según el diccionario, es alguien que se separa de una doctrina, una creencia o un grupo por no estar ya de acuerdo con sus ideas. Tal desacuerdo se manifiestará en una oposición más o menos violenta, según el disgusto que experimente (ya sea hacia sus antiguos camaradas o hacia sus antiguas ideas).
En el caso del profeta, ¡disentía con Dios mismo! Sin embargo, sus actitudes son ilustrativas del proceder de aquellos que se apartan de la iglesia por diferencia de opiniones.
El enojo de Jonás con los habitantes de Nínive -que no fueron destruidos por Dios según su anuncio-, no resulta fácil de comprender, puesto que las Escrituras no lo indican expresamente.
Ya fuera que los despreciara como pueblo enemigo de su nación, que estuviera celoso de su prestigio como profeta o por alguna otra circunstancia, se enojó muchísimo, al grado de adoptar actitudes propias de un disidente. Esto se nota de manera especial en el último capítulo de su libro (ver la historia aquí: Jonás 4 ). 
¿Cuáles fueron esas actitudes? Veamos cuatro de ellas:

a) En primer lugar, tomó distancia.
 "Y salió Jonás de la ciudad, y acampó hacia el oriente de la ciudad, y se hizo allí una enramada, y se sentó debajo de ella a la sombra, hasta ver qué acontecería en la ciudad" (vers. 5).
Los cristianos deben considerar la unidad como suprema. Fue el motivo de la última oración de nuestro Señor, el medio por el cual los incrédulos nos reconocerían como hijos de Dios.
No debemos permitirnos ceder al pensamiento de que "los demás están equivocados y solo yo tengo razón". Eso solo conduce al resentimiento, a los celos y a la envidia. Se suele terminar entonces cediendo al orgullo el dominio de nuestros sentimientos y acciones.
Cuando un miembro es cortado del cuerpo, luego muere. De la misma forma, cuando alguien se separa del cuerpo organizado de la iglesia, se expone a la extinción espiritual.

b) Luego cuestionó a Dios por lo que sucedía:
"Y oró a Jehová y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal. Ahora pues, oh Jehová, te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida" (vers. 2,3).
Racionalizar la situación para justificarnos, conduce a echar la culpa sobre los otros. Y culpar a los demás es una manera indirecta de culpar a Dios, tal como Adán en el huerto.
- ¿Por qué permite él que suceda esto o aquello? ¿Por qué no interviene?
No conozco mejor manera de matar la fe.

c) Se convirtió de actor en espectador.
"Y Jehová le dijo: ¿Haces tú bien en enojarte tanto? Y salió Jonás de la ciudad, y acampó hacia el oriente de la ciudad, y se hizo allí una enramada, y se sentó debajo de ella a la sombra, hasta ver qué acontecería en la ciudad".  (vers. 4,5).
El disidente deja de obrar en bien de sus hermanos y se coloca en la expectante posición de juez. No se involucra más que para criticar toda acción y oponerse a todo lo bueno, tergiversando las motivaciones de los demás. El progreso de la causa de la verdad le inspira solamente enojo, desprecio y burla.

d) No quiso entender razones
"Entonces dijo Dios a Jonás: ¿Tanto te enojas por la calabacera? Y él respondió: Mucho me enojo, hasta la muerte. Y dijo Jehová: Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer... ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?" (vers. 9-11).
¡Con qué tierno amor nuestro bondadoso Salvador llama al rebelde y al extraviado!
¿Serán inútiles sus invitaciones de misericordia?
Pero el detractor (como él tiene razón y los otros no), ya no es permeable a los consejos, advertencias y reproches de los demás. Su criterio se obnubila, su razón se oscurece y sus sentimientos de enemistad le impiden ver lo que tiene justo delante de sus ojos. La subsiguiente rebeldía solo puede acabar en un completo desastre.
¿Qué hacer en estos casos?
La Biblia nos dice que hay tres cosas que podemos hacer en nuestro trato con los disidentes, de acuerdo al grado de alejamiento que manifiesten: convencerlos, intentar salvarlos o alejarnos de ellos.
"Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne" (Judas 20-23).
Luchemos por rescatarlos, manifestando en nuestra vida el mismo amor que Jesús demostró aun hacia quienes están en esta triste situación.

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