EFESIOS 2
En este capítulo se presenta una
serie de contrastes que resultan de la obra de Cristo en los creyentes: lo que
eran antes y lo que son ahora; la inutilidad del modo de vida carnal y la
eficacia del método divino; la separación existente entre judíos y gentiles y
como llegaron a ser un solo pueblo. La gracia divina es el hilo conductor de
ese maravilloso proceso de cambio y sus efectos alcanzan hasta la eternidad.
El apóstol les recuerda su
antigua condición y la contrasta con la nueva. Observemos el cuadro que sigue:
ANTES
|
AHORA
|
Muertos
en delitos y pecados
|
Nos
dio vida con Cristo
|
Siguiendo
la corriente del mundo
|
Siguiendo
a Jesús
|
Espíritu
de desobediencia
|
Obedeciendo
mediante el Espíritu
|
Haciendo
la voluntad de la carne
|
Resurrección
espiritual
|
Hijos
de ira
|
Sentados
en los lugares celestiales.
|
El cambio se inicia con una nueva
vida en Cristo, y culmina con nosotros sentados en “los lugares celestiales”.
El tiempo pasado que se emplea para todas estas acciones implica que: ¡Él ya
nos está viendo en su reino!
Todo esto lo hace Dios “para
mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su
bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (vers. 7).
Luego agrega: “Porque por gracia
sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no
por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en
Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que
anduviésemos en ellas” (vers. 8-10). Aunque nos salvamos por gracia, hay un
cúmulo de buenas obras que esperan que las realicemos. La fe y la obediencia
van de la mano, tal como se ve en el siguiente contraste:
SALVOS POR OBRAS
|
SALVOS POR GRACIA
|
Mediante
nuestros propios esfuerzos
|
Mediante
la fe
|
Lo
que tenemos nos pertenece
|
Nada
es nuestro
|
Incapacidad
para alcanzar el blanco
|
Nueva
creación
|
Vida
egoísta
|
Predestinados
para servicio
|
Andamos
en nuestros propios caminos
|
Obras
de obediencia producto de la fe
|
Por tanto, se nos llama a
recordar que ahora somos diferentes. Al aceptar el sacrificio de Jesús por
nosotros, entramos en la comunidad del nuevo pacto y tenemos un nuevo estatus
(recibido también por gracia). Por medio del bautismo pasamos a formar parte de
una amplísima y abarcante familia que comprende los habitantes de los cielos y
de la tierra.
JUDIOS
|
GENTILES
|
PUEBLO DE
DIOS
|
Circuncisión
|
Incircuncisión
|
Bautismo
|
Pacto
en el Sinaí
|
Ajenos
al pacto
|
Nuevo
Pacto
|
Ciudadanos
de Israel
|
Sin
ciudadanía
|
Ciudadanos
del Reino de los cielos
|
Esperanza
en los símbolos del Santuario
|
Sin
esperanza
|
Esperanza
en Cristo
|
Dios
de Abraham
|
Falsos
dioses
|
Dios
de todos
|
Cercanos
|
Lejanos
|
Unidos
en su sangre
|
Enemistados
|
Reconciliados
en la cruz
|
El último asunto que se trata es
consecuencia de los anteriores. Por cuanto el pueblo de Israel estaba separado
de los paganos, Cristo toma la iniciativa de unir ambos pueblos, derribando los
obstáculos. Dice en los versículos 14-16: “Porque él es nuestra paz, que de
ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo
en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en
ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo
la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo,
matando en ella las enemistades”.
¿Cuáles eran esas enemistades que
debían ser abolidas? Ese es motivo de otro estudio.
Por ahora, el hecho es que la
gracia de Dios posibilita que seamos salvos y hechos miembros de la familia de
Dios
¿No constituye esto motivo suficiente para alabarle?
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