CONOCER ES AMAR

"Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero". 1ª Juan 4:19
Esta breve declaración abre paso a un insondable océano de implicancias.
No hay nada tan grande ni tan poderoso como el amor divino; nada tan dificil de comprender y nada tan facil de recibir.
"El nos amó primero" significa más que una preponderancia en los afectos.
Por cuanto Dios es amor, su misma naturaleza le lleva a amarnos desde el instante en que proyectó crearnos hasta el fin de los días. Su amor es la causa, el nuestro es solo consecuencia. Su amor es el origen, el nuestro apenas un derivado.Su amor es eterno, el nuestro será siempre limitado.
Ahora, ¿cómo llegaremos nosotros a amar a Dios?
Debido a que no se ama lo que no se conoce, nuestra privilegio y nuestra responsabilidad es llegar a conocerle tanto como sea posible.
Apropiarnos de la revelación de su inconmensurable amor en la naturaleza, de su voz que nos habla en las Sagradas Escrituras, sumergirnos en la vida maravillosa del amante Salvador Jesús, y percibir sus pasos en los hechos providenciales de la vida.
¿Cuál será el fruto de nuestros esfuerzos?
La Biblia dice:
  • "Para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento". Colosenses 2:2,3
  • "Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios". Efesios 3:17-19
No hay pues, en todo el mundo, mayor conocimiento ni mayor sabiduría posibles. El tesoro celestial se coloca en vasos de barro. Y cuando esto sucede, trae consigo efectos dolorosos, pero benéficos:
 “Un rayo de luz de la gloria de Dios, un centelleo de la pureza de Cristo que penetre en el alma, hace dolorosamente visible toda mancha de pecado, y descubre la deformidad y los defectos del carácter humano. Hace patentes los deseos impuros, la infidelidad del corazón y la impureza de los labios. Los actos de deslealtad del pecador que anulan la ley de Dios, quedan expuestos a su vista, y su espíritu se aflige y se oprime bajo la influencia escudriñadora del Espíritu de Dios.” Camino a Cristo pág. 20.
Por esta causa, es que muchos retroceden en conocer verdaderamente a Jesús.
Pero el dolor de esa revelación -que sucede cuando nos miramos en el espejo de Su perfección-, es un dolor que trae sanidad y pureza a nuestra vida. El amor de Cristo, manifestado en la cruz, hiere nuestros corazones trayendo plena convicción y el deseo de ser como él es. La bondad de Dios nos conduce al arrepentimiento y al abandono del pecado, tal como lo expone la siguiente cita:
“El arrepentimiento comprende tristeza por el pecado y abandono del pecado. No renunciaremos al pecado a menos que veamos su pecaminosidad; mientras no lo repudiemos de corazón, no habrá cambio real en la vida.” El Camino a Cristo pág. 15. 
A causa de su amor, caemos quebrantados sobre la Roca de los Siglos para obtener gracia y perdón. Porque él nos amó primero, no podemos menos que desear retribuirle tanta bondad. Por eso: 
“Las lágrimas del penitente son tan sólo las gotas de lluvia que preceden al brillo del sol de la santidad. Esta tristeza es precursora de un gozo que será una fuente viva en el alma.” DTG pág. 258.
¡Bendito sea el Señor por el admirable privilegio de conocerle!

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