FE, ¿DE QUÉ TAMAÑO?

"Dijeron los apóstoles al Señor: auméntanos la fe. Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería". Lucas 17:5,6
¿De qué tamaño tiene que ser nuestra fe?
Se oye decir en círculos religiosos frases como estas: "tiene mucha (o poca) fe", "necesitamos más fe", "nos faltó la fe". Siempre pareciera que los otros tienen más fe que nosotros, y equivocadamente nos la pasamos comparando nuestras realizaciones espirituales con las de los demás. 
Fue en un contexto similar que presentaron su pedido los apóstoles. Ellos veían las obras y la fe de Cristo marchar unidas para lograr grandes milagros. Se daban cuenta que su propia fe era muy pobre en comparación. Querían tener la misma fe y el mismo poder, lo cual es en sí un pedido legítimo, pues no deberíamos conformarnos con menos en nuestra experiencia espiritual. Pero no estaban seguros de que hacer para que su fe aumentara.
En este punto, el primer reconocimiento que debemos hacer es que no debemos comparar nuestra fe y nuestros logros espirituales con los de nuestros hermanos.
Sería como que la tortuga y el elefante envidiaran la capacidad del mono para trepar. Cada quien ha sido bendecido con dones y cualidades diferentes -para propósitos también diferentes-, en la edificación del cuerpo de Cristo. Compararnos con otros no solo no es sabio sino que llevará al desaliento.
Necesitamos tener en cuenta que aún una fe muy pequeña sigue siendo fe. Jesús dijo que si tuviéramos fe como un diminuto grano de mostaza, nada nos sería imposible. (Mateo 17:20).
 Por ser un don del cielo, cada quien tiene una medida o grado de fe, que crecerá conforme la ejerzamos,  "Conocer la verdad, decir que hay unión con Cristo, y luego no llevar el fruto, no vivir en un ejercicio constante de la fe, endurece el corazón en la desobediencia y la confianza en sí mismo. Nuestro crecimiento en la gracia, nuestro gozo, nuestra utilidad, todo depende de nuestra unión con Cristo y del grado de fe que ejercitemos en él. He aquí la fuente de nuestro poder en el mundo". 5 T.I. pag. 45
En segundo lugar, la fe no es una cualidad estática, sino dinámica; debe crecer o morirá. El apóstol Pablo felicita a los creyentes de tesalónica diciendo: "Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo". 2ª Tesalonicenses 1:3
¿Cómo se desarrolla la fe?
De la misma manera que crecen nuestros músculos: mediante el ejercicio.
Elena de White nos dice: "La fe en la pronta venida de Cristo se está desvaneciendo. “Mi señor se tarda en venir” (Mateo 24:48), es no sólo lo que se dice en el corazón, sino que se expresa en palabras y muy definidamente en las obras. En este tiempo de vigilia, el estupor anubla los sentidos del pueblo de Dios con respecto a las señales de los tiempos. La terrible iniquidad que tanto abunda requiere la mayor diligencia y el testimonio vivo para impedir que el pecado penetre en la iglesia. La fe ha estado disminuyendo en grado temible, y únicamente el ejercicio puede hacerla aumentar". 1 J.T. pag. 330
Creer lleva a obrar, y obrar las obras de la fe incrementará nuestra fe. 
Pero hay un peligro en cuanto al fruto de nuestra fe.  Si bien Jesús mismo dijo "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho" (Juan 15:7); debemos guardarnos de creer que por el simple hecho de pedir, Dios está obligado a concedernos todo lo que pedimos. Eso no sería fe sino presunción.
El siguiente concepto resulta contradictorio para muchos cristianos modernos: "Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra". Hebreos 11:13
Tuvieron fe, pero no recibieron lo que pidieron ¿Por qué?
Precisamente porque en los propósitos divinos, la espera paciente perfecciona la fe.
El Señor no quiere "niños malcriados" acostumbrados a conseguir todo lo que piden, sino cristianos maduros que saben esperar en los tiempos de Dios; que saben que, sin importar su suerte en este mundo, su premio será la vida eterna.
"Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve".
Hebreos 11:1
¿Qué tamaño alcanzó tu fe?

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