PARTICIPAR DE LA OBRA

"Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña." Mateo 21:28.
Una colega me contó que cuando su hijo era pequeño, le hablaba de que Jesús estaba construyendo mansiones para nosotros en el cielo, y luego regresaría a buscarnos.
El niño dijo entonces, con ese candor infantil que tanto agrada al Señor:
- Mami, yo tengo una cuchara de albañil que me regalaron ¿Y si voy al cielo a ayudarle a Jesús?
- ¿Para qué?- Contestó ella. 
- A construir nuestras casas, así viene más rápido. 
Esta simpática anécdota familiar llama a la reflexión. Todos queremos ir al cielo, gozar de la vida eterna y vivir en la magnífica Nueva Jerusalén. Pero, ¿cuántos estamos dispuestos a trabajar por ella?
Nos hace falta el mismo espíritu inocente de los niños, que no conocen de dilaciones; necesitamos su misma disposición a trabajar por lo que aman sin medir el costo; y finalmente, se espera de nosotros que nos comprometamos por completo.
La única cosa que Cristo demandó de sus discípulos, la expresó como sigue: "id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén". Mateo 20:18-20.
Elena de White agrega: "El encargo del Salvador a sus discípulos incluía a todos los creyentes hasta el fin del mundo. No todos pueden predicar a congregaciones pero todos pueden trabajar en favor de las personas individualmente. Atender a los que padecen, ayudar a los menesterosos, consolar a los afligidos y hablar al pecador del amor infinito de Cristo, tal es la obra que el Salvador dejó encomendada a cada cristiano. Los que hacen esto dan fe de él: son sus testigos". Cristo Nuestro Salvador pág.153 
Predicar el evangelio es una tarea multifacética, que requiere de toda clase de talentos y habilidades,  pero al mismo tiempo es una labor que no necesita de los capacitados, sino de los dispuestos a trabajar. 
En la parábola de los dos hijos, cuya invitación cito al principio, hay un padre que llama: "hijo, ve hoy a trabajar en mi viña" y dos hijos con respuestas opuestas.
  • El primero de ellos se negó, pero luego fue
  • El segundo dijo que iba a ir, pero no fue. 
La parábola debería completarse ¡Con un tercer hijo que dijera "voy" y fuera!
Jesús te dice: "Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña." Mateo 21:28. El tiene una tarea aguardando por ti, y aunque me alegra que estés leyendo esto, no es frente a una pantalla como serviremos al Redentor.
Abre tus ojos y tus oídos. Mira alrededor, escucha los clamores de los que perecen sin Cristo en sus hogares, en un hospital, en algún orfanato o asilo, o en cualquier otro lugar. El mundo entero está clamando deseoso de beber el agua de vida. Y tu la tienes si conoces a Jesús.
Responde al llamado como el profeta Isaías "¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí." Isaías 6:8

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