PUNTO DE RESTAURACIÓN

"Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido". Apocalipsis 2:5
Cuando en mi computadora instalé algunas funciones desconocidas y modifiqué algunas cosas -sin saber a ciencia cierta de que se trataban- se volvió muy complicada y lenta y comenzaron a aparecer carteles de error por todas partes.
¿Como solucionar el problema?
Después de mucho intentar, busqué la opción de "restaurar el sistema". Con esa función se pueden revertir cambios peligrosos en el sistema y así todos los archivos esenciales que se habían corrompido o perdido vuelven a funcionar normalmente.
Automáticamente crea también "puntos de restauración". Esto resulta muy útil cuando hemos hecho cambios al sistema original sin tener la seguridad de que no será afectado; cuando instalamos programas maliciosos (o alguna otra tontería de las que solemos hacer con tan noble máquina).
Lo mismo pasa con nuestra vida, cuando nos desviamos del programa original del Creador. Los resultados de seguir los deseos de nuestra corrompida voluntad son siempre lamentables y trágicos. Dañamos el equilibrio de la más delicada de las maquinarias, la cual es nuestro cuerpo y en consecuencia, estropeamos también nuestra mente y voluntad. 
La dañina complacencia propia, el orgullo desmedido y el egoísmo irracional nos llevan a abusar y corromper las facultades dadas por Dios para que seamos a su imagen y semejanza.
Un mal hábito lleva a otro y este a otro más, hundiéndonos en el pecado, perdiendo el dominio propio y embruteciéndonos cada día más. Esta cadena de malos hábitos nacida de malas decisiones se va haciendo cada vez más y más difícil de romper, hasta llegar a dominarnos por completo. 
Por eso San Pablo exclamó al encontrarse en esa situación: "Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?" Romanos 7:22-24.
¿Habrá una opción de "restaurar sistema" para el ser humano?
¿Existirá alguna forma de corregir todos los pecados y errores que hemos cometido? 
¿Podremos alguna vez volver a "funcionar" bien a pesar del daño que el pecado nos ha causado?
Felizmente si, la gracia de Cristo la hace posible. Y el apóstol mismo contesta gozoso a su pregunta afirmando: "Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro". Romanos 7:25.
Se puede ¡y Dios se goza en hacerlo!, recuperar el daño, salvar lo perdido y corregir lo que está mal en nosotros. El mismo que se humilló hasta lo sumo muriendo en la cruz y es por eso nuestro Salvador, es también nuestro Restaurador, capaz de volver a implantar en el alma la semejanza divina que se había corrompido. Solo tenemos que hechar mano de la fe con sincero arrepentimiento y buscar la restauración. Recordar el punto en que hemos caído y, con su ayuda, volver sobre nuestros pasos al pie de la cruz.
Dios puede y quiere hacer el milagro mayor de transformarnos de viles pecadores en ciudadanos de su reino, de egoístas y orgullosos en humildes y dependientes, de buscapleitos y peleadores en mansos y pacíficos, de impiadosos en piadosos, de gente sin paz en aquellos que disfrutan de su paz que supera todo entendimiento.
¿Por qué no pedir entonces la restauración?
Hagamos nuestra la repetida súplica del salmo 80: 
"Oh Pastor de Israel, escucha;
Tú que pastoreas como a ovejas a José,
Que estás entre querubines, resplandece.
Despierta tu poder... y ven a salvarnos.
Oh Dios, restáuranos;
Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos...

Jehová, Dios de los ejércitos,
¿Hasta cuándo mostrarás tu indignación contra la oración de tu pueblo?
Oh Dios de los ejércitos, restáuranos;
Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos...
¡Oh Jehová, Dios de los ejércitos, restáuranos!
Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos"
(vers. 1-4,7,19).
Sea esta tu oración y la mía hoy.

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