MONTES CONVERTIDOS EN LLANURAS

"¿Quién eres tú, oh gran monte? Delante de Zorobabel serás reducido a llanura". Zacarías 4:7
¿Cuántas veces sucedió que los problemas y vicisitudes de la vida echaran por tierra tus mejores planes y propósitos sin que pudieras hacer nada para impedirlo?
Al regresar de Babilonia, Zorobabel y los judíos que con él estaban se encontraron con la inmensa tarea de reedificar la ciudad y el templo de Jerusalén. La oposición de sus vecinos samaritanos y la falta de recursos parecían obstáculos tan grandes como montañas. Sólo la gracia divina podía darles la victoria frente a todos los obstáculos que afrontaban. Los propósitos de Dios no se llevarían a cabo con "ejército" o "fuerza" humana, sino mediante el Espíritu de Dios y el poder divino (ver vers. 6).
El consejo del Señor a este dirigente es de gran utilidad para los cristianos de hoy.
Nos enfrentamos a un mundo malvado, hostil e indiferente al evangelio, a personas que se oponen al avance de nuestra causa de formas sutiles o explícitamente violentas y a circunstancias en extremo desalentadoras. De nada valen, en la mayoría de las ocasiones, los mejores esfuerzos que podamos realizar.
Trabajamos arduamente. Predicamos de incontables maneras, levantamos iglesias, escuelas, colegios y sanatorios en todo el mundo, repartimos libros por millones, hacemos terapia familiar, ayuda social, cursos para dejar de fumar y de beber, de cocina, de control de estrés, y varias estrategias ingeniosas más. Pero la mayoría de las veces recogemos un muy escaso fruto (o nada).
Una creciente marea de mal ahoga nuestros pobres esfuerzos, y muchos -ya sean antiguos miembros o recientes convertidos- son arrastrados y aplastados por ella.
Pero la obra no debe realizarse con nuestras propias fuerzas. La cita que sigue, relacionada con la meditación anterior, es de especial relevancia a este respecto:
  • "Con frecuencia los hombres están tentados a vacilar delante de las perplejidades y los obstáculos que los confrontan. Pero si tan sólo sostienen firme hasta el fin el principio de su confianza, Dios les aclarará el camino. Tendrán éxito al luchar contra las dificultades...[y]  las grandes montañas de las dificultades se transformarán en una llanura". Profetas y Reyes pág. 437.
Solo el poder de Dios puede allanar nuestro camino. Solo su gracia puede obrar maravillas en la mente y el corazón de personas que no responderán a ningún otro estímulo.
Precisamente por eso, corremos peligro de no depender enteramente del Señor y apoyarnos en planes de factura humana. Por más buenas que parezcan tales iniciativas, estarán condenadas al fracaso si no tienen su origen en lo alto.
La cita siguiente nos muestra incluso que las muchas de dificultades que tendremos que afrontar se originarán en la fragilidad y soberbia de los planes humanos: 
  • "Tengo el ferviente deseo de que en todas partes la obra se lleve a cabo de acuerdo con las órdenes del Señor. Veo que en el futuro nuestro pueblo experimentará dificultades enormes como montañas a causa de la forma como algunas cosas se llevan actualmente... A medida que avanzamos tendremos que vérnoslas con problemas de invención humana difíciles, que acarrearán mucha perplejidad". Testimonios para la Iglesia pág. 125.
¿Estaremos creando nuestros propios problemas? Este es un asunto serio y de profunda meditación. Ya tenemos más que suficiente con problemas reales para levantar nuestras propias montañas de dificultades.
Es imperioso que busquemos fervientemente a Dios en oración antes de continuar, porque nos enfrentamos a problemas considerablemente mayores que los que afrontó Zorobabel al reconstruir Jerusalén.
No debe haber lugar para el desánimo, pues la promesa de nuestro buen Dios es que aún las más enormes dificultades se reducirán a la nada cuando el obre.
Debemos confiar en que venceremos "porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo". 2ª Corintios 10:4,5. 
Si queremos ver los montes convertidos en llanuras, avancemos en los planes de Dios y con su fortaleza, puesto que se nos ha llamado a ser los anunciadores del más maravilloso y esperanzador mensaje de todos los tiempos: ¡CRISTO VIENE!
Somos la "voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios. Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane. Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado". Isaías 40:3-5

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