LA COMPASIÓN


"¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo". Lucas 10:36,37
En la parábola del buen samaritano se evidencia el ánimo de nuestro Señor hacia los caídos en el pecado. 
La compasión demostrada por aquel a quien los judíos despreciaban, es apenas un reflejo del amor inefable, la asombrosa misericordia y la extraordinaria bondad que tiene Cristo con cada alma a la que el pecado ha lastimado, golpeado y arrojado a la vera del camino de la vida para perecer sin remedio.
La compasión implica amor, piedad, simpatía, misericordia, clemencia, ternura, conmiseración. Es más que empatía -que es ponerse en la situación ajena-, pues lleva a identificarse por completo con el prójimo al grado de sufrir junto a él.
Ella no tiene origen humano, puesto que el pecador no manifiesta naturalmente compasión; halla su origen y desarrollo únicamente en Dios. Su máxima expresión se encuentra en la vida y sacrificio de Jesús por quienes no merecemos más que el castigo de nuestros pecados.
En la Biblia hay muchos textos que nos hablan de la compasión que siente nuestro Dios por cada uno de nosotros:
  • "Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto, será exaltado teniendo de vosotros misericordia; porque Jehová es Dios justo; bienaventurados todos los que confían en él". Isaías 30:18
  • "¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel?... Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión". Oseas 11:8.
  • "Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor". Mateo 9:36.
  • "Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro". Hebreos 4:15,16.
Tener compasión no es lo mismo que sentir lástima. Es más que un simple sentimiento de pesar por los desfavorecidos, pues se basa en el inmenso amor que tiene el Creador por sus criaturas.
En la historia de Jonás y los ninivitas se echa de ver esta diferencia. 
El profeta fue llamado a anunciar el juicio divino sobre los corrompidos habitantes de la capital del imperio asirio, pero rechazó su misión y huyó de Dios. Mediante poderosos actos divinos, Jonás fue impulsado a cumplir -aunque a regañadientes- con su comisión. Un resonante éxito coronó su predicación, y toda la ciudad se arrepintió.
Y, aunque parezca increíble, este se enojó por la misericordia del Señor hacia Nïnive. Sentándose lejos para ver la destrucción de la ciudad, fue amaparado del calor del sol por una planta que creció y murió milagrosamente en un solo día. Su fastidio ante esa situación fue aprovechado por Dios para enseñarle una necesaria lección de gracia y compasión
“Y dijo Jehová: Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche pereció. ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?” Jonás 4:10,11
Alabemos a nuestro gran Dios y Salvador por comprender nuestras miserias y flaquezas, interesarse por nosotros y extender su gracia transformadora. Tan claro contraste entre la actitud divina y la actitud humana, nos desafía a imitarla, siendo compasivos con los demás, así como Él es compasivo con nosotros.

Comentarios

Entradas populares de este blog

VELANDO DEBIDAMENTE

ESCRITO EN LOS LIBROS DEL CIELO

JOSUÉ: PERSEVERANTE EN SU FE