SANTIDAD A JEHOVÁ

"Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó.Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová". Levítico 10:1,2
Hace poco publicaron en las redes sociales una pregunta acerca del mobiliario del templo que decía así: "por qué somos tan celosos con "el pulpito" o "la plataforma" cuando se trata de programas especiales (conciertos, representaciones para introducir un tema, etc...) si no es más que trozos de madera o acrilico? ¿No es eso una manera de idolatrar esas cosas?".
Me pareció una pregunta muy pertinente, por lo que me propuse investigar que dice la Biblia sobre ese tema. 
Cuando Dios mandó construir el tabernáculo del desierto, dio precisas instrucciones sobre cada uno de sus aspectos; la palabra que acompaña con frecuencia cada detalle es "santo". 
Se consideraban santos:
  • El tabernáculo: "Y tomarás el aceite de la unción y ungirás el tabernáculo, y todo lo que está en él; y lo santificarás con todos sus utensilios, y será santo. Ungirás también el altar del holocausto y todos sus utensilios; y santificarás el altar, y será un altar santísimo. Asimismo ungirás la fuente y su base, y la santificarás." Éxodo 40:9-11.
  •   Los sacrificios: "No profanarán, pues, las cosas santas de los hijos de Israel, las cuales apartan para Jehová; pues les harían llevar la iniquidad del pecado, comiendo las cosas santas de ellos; porque yo Jehová soy el que los santifico". Levítico 22:15,16.
  • Las vestiduras de los sacerdotes: "Y las vestiduras santas, que son de Aarón, serán de sus hijos después de él, para ser ungidos en ellas, y para ser en ellas consagrados". Éxodo 29:29
  • Los sacerdotes mismos: "Santos serán a su Dios, y no profanarán el nombre de su Dios, porque las ofrendas encendidas para Jehová y el pan de su Dios ofrecen; por tanto, serán santos". Levítico 21:6
Muebles, vestiduras, comidas y personas santas. No por sí mismas sino porque estaban separadas para un uso especial. Le pertenecían al Señor y por eso ya no se consideraban comunes.
El aceite y el incienso eran también considerados santos y estaba prohibido preparar una mezcla igual  ¿Tenían acaso propiedades mágicas? No, simplemente que hay cosas que Dios se reserva y debemos tratarlas con respeto especial pues son símbolos de su presencia.
¿Qué de nuestras iglesias actuales?
Los requisitos de Dios no han variado ni han disminuido. Aún se espera de cada cristiano que sea santo. El Señor todavía requiere "una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha." Efesios 5:27. 
Todo lo que haya en ella, todo cuanto se realice debe ser hecho con el mayor de los cuidados: "Cada rito de la iglesia debe ser dirigido de manera que su influencia sea elevadora. Nada debe hacerse en forma común o despreciable, ni ponerse al nivel de las cosas comunes. Es necesario enseñar a nuestras iglesias a tener mayor respeto y reverencia por el sagrado servicio de Dios. Mientras los predicadores dirigen los servicios relacionados con el culto de Dios, están educando y preparando a la gente. Los pequeños actos que educan, preparan y disciplinan el alma para la eternidad son de vastas consecuencias para elevar y santificar a la iglesia". El Evangelismo pág. 231
Por eso es que luego de la muerte de Nadab y Abiú, su padre recibió la siguiente instrucción: "Y Jehová habló a Aarón, diciendo: Tú, y tus hijos contigo, no beberéis vino ni sidra cuando entréis en el tabernáculo de reunión, para que no muráis; estatuto perpetuo será para vuestras generaciones, para poder discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio". Levítico 10:8-10.
Aunque no bebamos vino ni sidra, sí podemos estar contaminados por la imperante mentalidad posmoderna, y no discernir por ello entre lo santo y lo profano.
 En este asunto, deberíamos primeramente tener especial cuidado con los extremos del fariseísmo y del saduceísmo.
Los fariseos eran muy celosos de las formas y objetos de culto, en tanto despreciaban a los adoradores. Jesús les dijo: "También decís: Si alguno jura por el altar, no es nada; pero si alguno jura por la ofrenda que está sobre él, es deudor. ¡Necios y ciegos! porque ¿cuál es mayor, la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda? Pues el que jura por el altar, jura por él, y por todo lo que está sobre él; y el que jura por el templo, jura por él, y por el que lo habita; y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios, y por aquel que está sentado en él. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello". Mateo 23:18-23
Los saduceos en cambio, menospreciaban las formas del culto -y a los adoradores-. Se creían superiores a los verdaderos creyentes y los acusaban de fanáticos y estrechos de mente. Relativizaban todo con finos argumentos, para encubrir su carnalidad. A ellos les dijo el Salvador: "¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios?" Marcos 12:24.
Por otra parte es bueno considerar que al margen de los fanáticos y los carnales, hay un buen número de personas dignas e instruidas en la Palabra, con criterios firmes acerca de la reverencia, a quienes deberíamos oír y cuyo consejo deberíamos seguir.
Una adecuada comprensión de las Escrituras, además, nos ayudará no caer en extremos. Para Dios son más importantes las personas que las cosas, sí, pero también espera que tengamos en reverencia su santuario.
El lugar de culto y su mobiliario, sin importar que sea lujoso, modesto o extremadamente pobre, es santo cuando está consagrado al Señor. Pasa a tener un calidad diferente.
Esto se puede ver en la experiencia de Jacob cuando huía de su hogar y se acostó a dormir sobre una piedra. El cielo se abrió y vio ángeles que subían y bajaban por una escalera que llegaba hasta el cielo: "Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía. Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo. Y se levantó Jacob de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, y la alzó por señal, y derramó aceite encima de ella". Génesis 28:16-18
El desolado lugar pasó a ser casa de Dios y la piedra un altar. Así sucede en cada lugar en que nuestro cercano Dios quiere estar todavía más cercano a sus hijos.  
"Mis días de reposo guardaréis, y mi santuario tendréis en reverencia. Yo Jehová". Levítico 19:30.

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