DIOS MALINTERPRETADO 2 de 5

Secuestros, robos, asesinatos, violaciones, violencia, guerra, torturas, enfermedades, hambre, extrema pobreza, calamidades naturales, crueldad del hombre contra el hombre, terror, espanto, locura, alienación....
Y la lista de males humanos podría continuar.
¿Hay una razón para todo esto?
En la entrada anterior vimos que tanto mal, tanto dolor y sufrimiento, no son causados por un Dios de "caminos misteriosos" que hace o permite el mal para que triunfe el bien. Vimos también, que ante lo abrumadoras de nuestras aflicciones, tenemos tendencia a buscar una salida fácil que nos permita conservar nuestra vacilante fe y al mismo tiempo justificar a Dios.
La siguiente afirmación a considerar: "Todo sucede por una razón" es una falsedad, pues resulta en otra respuesta cómoda a la eterna pregunta del por qué de los sufrimientos humanos.
Lo malo es que no resuelve nada, porque la razón continúa en el misterio ¿Por qué tolera el mal?  ¿Será que le agrada vernos sufrir o acaso es indiferente a nuestro dolor?
Mas correcto sería decir que todo sucede por múltiples razones.
Algunas de ellas están ilustradas en la parábola del trigo y la cizaña que dice: "El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero". Mateo 13:24-30
¿De qué manera se relaciona esta parábola con nuestros sufrimientos? Veamos primero las verdades que quiere enseñar:
  • Dios es el que siembra la buena semilla.
  • La cizaña (pecado) es la siembra del enemigo, Satanás.
  • La intervención humana no resuelve el problema.
  • Debe permitirse el desarrollo del mal a fin de que revele su verdadera naturaleza.
  • Hay un tiempo de espera antes de desarraigarla.
  • La cizaña (el pecado) será finalmente destruida por los segadores (los ángeles).
Los sirvientes no pueden explicarse la aparición de la mala simiente; el dueño del campo lo resuelve diciendo "un enemigo ha hecho esto". No es nuestro amoroso Dios el originador del mal, sino que un adversario lo ha hecho, atribuyendo la culpa al Creador.
¿Han visto a alguien maldiciendo al Diablo en algún funeral?
No, esto no sucede, pues esta es una de las estrategias favoritas del demonio para arruinar la fe de los hombres. Nos hace creer que Dios es el culpable del mal; ya sea porque permite, o porque no impide el sufrimiento. Y así logra que maldigan y renieguen de quien los ama, mientras su maléfica obra queda impune.
Por eso es necesario que el mal siga su curso, para que pueda ser reconocido universalmente. Mientras tanto, el vigila y controla el proceso en nuestro favor.
En el marco de la gran controversia entre Cristo y Satanás, no solamente nos vemos afectados los seres humanos, sino el resto de los habitantes del cosmos.
Ellos también tienen que comprobar la malignidad del pecado y lo falso de las acusaciones de Satanás contra la Divinidad.
Además, el arrancar el mal de raíz tendría como consecuencia que se perdiera preciosa simiente.
De haber destruido a Lucifer ni bien pecó, todos los demás seres celestiales le servirían más bien por temor que por amor. Se hace necesario un tiempo de espera para que todos los involucrados puedan sacar conclusiones.
En la contienda de voluntades que resulta, el adversario de nuestras almas apela a la fuerza, al terror, a la embriaguez de los sentidos y a la complacencia egoísta para dominarnos, mientras el Señor apela a nuestra inteligencia para que lo elijamos. Él "clama en las calles, alza su voz en las plazas" rogándonos "venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana" (Proverbios 1:20; Isaías 1:18).
Notemos por último, que la cizaña será quemada y TODO el precioso trigo será recogido en el granero. Nadie que en verdad desee salvarse se perderá.
"Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero". Juan 6:37-39
¡Qué esperanza maravillosa!

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