DIOS MALINTERPRETADO 3 de 5

El tercer pensamiento de esta serie nos dice que: "Dios nos castiga porque nos ama." ES UNA VERDAD A MEDIAS.
Lo malo de esta salida elegante, es que nos empuja a realizar algunos malabarismos teológicos.
Tenemos que enfrentarnos entonces a ideas difíciles de justificar, como que el amor y el castigo sean inseparables; o que Dios le haya otorgado cierto margen a Satanás para hacernos sufrir, en una suerte de perverso acuerdo; o que el sufrimiento sea una vía para acercarse al Señor -tal como se cree en ciertos círculos religiosos-.
Cuando decimos esto, no hacemos más que seguir el pensamiento de uno de los amigos de Job, (que es una falacia): "Porque él es quien hace la llaga, y él la vendará; El hiere, y sus manos curan"( Job 5:18).
Separemos las cosas.
  • Dios nos ama. Eso es verdad.
Necesitamos recordar lo ya expuesto: nuestro Dios es racional, predecible y coherente. Y reconocer también que: "Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad... Porque el Señor no desecha para siempre; antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias". Lamentaciones 3:22,23,31 y 32
Son necesarias aquí unas palabras de aclaración: si bien digo que nuestro Señor no se goza en castigar, no estoy afirmando que no castigue en absoluto, sino que no es el originador del sufrimiento que a veces percibimos como castigo divino.
 "Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?" Juan 9:1,2
Veamos en la cita siguiente la implicación de esta teoría:
"Se creía generalmente entre los judíos que el pecado era castigado en esta vida. Se consideraba que cada aflicción era castigo de alguna falta cometida por el mismo que sufría o por sus padres. Es verdad que todo sufrimiento es resultado de la transgresión de la ley de Dios, pero esta verdad había sido falseada. Satanás, el autor del pecado y de todos sus resultados, había inducido a los hombres a considerar la enfermedad y la muerte como procedentes de Dios, como un castigo arbitrariamente infligido por causa del pecado. Por lo tanto, aquel a quien le sobrevenía una gran aflicción o calamidad debía soportar la carga adicional de ser considerado un gran pecador.” (DTG pág. 436).
Por otra parte, la Biblia dice con toda claridad: "Con castigos por el pecado corriges al hombre, y deshaces como polilla lo más estimado de él". Salmos 39:11
  • Dios castiga. Eso también es verdad. 
El castigo es necesario para poner freno a la maldad, para mostrarnos el desagrado del Señor hacia el pecado y para evitar que la causa de la verdad sea destruida. En repetidas ocasiones tuvo que castigar la maldad de los impíos -y aún la de su propio pueblo rebelde- con estos fines. 
¿En qué queda entonces el texto? "Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete" Apocalipsis 3:19

No se debe entender como el refrán que dice "por que te quiero te aporreo". La palabra utilizada aquí tiene la connotación de una corrección disciplinaria. Las reprensiones y castigos de Dios tienen siempre por objeto el arrepentimiento, no nuestra destrucción. 
El asunto crucial es que el verdadero y más definitivo castigo por el pecado no recayó sobre nosotros, sino sobre nuestro maravilloso Salvador Jesucristo. "Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados". Isaías 53:5
  • Verdad final: Dios, por amor a nosotros, castigó a Jesús.
Dios no desea nuestro mal ni es indiferente a él; por tanto, no es el responsable de nuestras aflicciones. Y aunque pueda permitir que suframos, siempre controlará la intensidad, la duración y los resultados de la prueba (ver 1ª Corintios 10:13).
Podemos entonces decir con confianza: "Mas él conoce mi camino; me probará, y saldré como oro". Job 23:10

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