DIOS MALINTERPRETADO 3 de 5
El tercer pensamiento de esta serie nos dice que: "Dios nos castiga porque nos ama." ES UNA VERDAD A MEDIAS.
Lo malo de esta salida elegante, es que nos empuja a realizar algunos malabarismos teológicos.
Tenemos que enfrentarnos entonces a ideas difíciles de justificar, como que el amor y el castigo sean inseparables; o que Dios le haya otorgado cierto margen a Satanás para hacernos sufrir, en una suerte de perverso acuerdo; o que el sufrimiento sea una vía para acercarse al Señor -tal como se cree en ciertos círculos religiosos-.
Cuando decimos esto, no hacemos más que seguir el pensamiento de uno de los amigos de Job, (que es una falacia): "Porque él es quien hace la llaga, y él la vendará; El hiere, y sus manos curan"( Job 5:18).
Separemos las cosas.
Son necesarias aquí unas palabras de aclaración: si bien digo que nuestro Señor no se goza en castigar, no estoy afirmando que no castigue en absoluto, sino que no es el originador del sufrimiento que a veces percibimos como castigo divino.
"Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?" Juan 9:1,2
Veamos en la cita siguiente la implicación de esta teoría:
"Se creía generalmente entre los judíos que el pecado era castigado en esta vida. Se consideraba que cada aflicción era castigo de alguna falta cometida por el mismo que sufría o por sus padres. Es verdad que todo sufrimiento es resultado de la transgresión de la ley de Dios, pero esta verdad había sido falseada. Satanás, el autor del pecado y de todos sus resultados, había inducido a los hombres a considerar la enfermedad y la muerte como procedentes de Dios, como un castigo arbitrariamente infligido por causa del pecado. Por lo tanto, aquel a quien le sobrevenía una gran aflicción o calamidad debía soportar la carga adicional de ser considerado un gran pecador.” (DTG pág. 436).
Lo malo de esta salida elegante, es que nos empuja a realizar algunos malabarismos teológicos.
Tenemos que enfrentarnos entonces a ideas difíciles de justificar, como que el amor y el castigo sean inseparables; o que Dios le haya otorgado cierto margen a Satanás para hacernos sufrir, en una suerte de perverso acuerdo; o que el sufrimiento sea una vía para acercarse al Señor -tal como se cree en ciertos círculos religiosos-.
Cuando decimos esto, no hacemos más que seguir el pensamiento de uno de los amigos de Job, (que es una falacia): "Porque él es quien hace la llaga, y él la vendará; El hiere, y sus manos curan"( Job 5:18).
Separemos las cosas.
- Dios nos ama. Eso es verdad.
Son necesarias aquí unas palabras de aclaración: si bien digo que nuestro Señor no se goza en castigar, no estoy afirmando que no castigue en absoluto, sino que no es el originador del sufrimiento que a veces percibimos como castigo divino.
"Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?" Juan 9:1,2
Veamos en la cita siguiente la implicación de esta teoría:
"Se creía generalmente entre los judíos que el pecado era castigado en esta vida. Se consideraba que cada aflicción era castigo de alguna falta cometida por el mismo que sufría o por sus padres. Es verdad que todo sufrimiento es resultado de la transgresión de la ley de Dios, pero esta verdad había sido falseada. Satanás, el autor del pecado y de todos sus resultados, había inducido a los hombres a considerar la enfermedad y la muerte como procedentes de Dios, como un castigo arbitrariamente infligido por causa del pecado. Por lo tanto, aquel a quien le sobrevenía una gran aflicción o calamidad debía soportar la carga adicional de ser considerado un gran pecador.” (DTG pág. 436).
Por otra parte, la Biblia dice con toda claridad: "Con castigos por el pecado corriges al hombre, y deshaces como polilla lo más estimado de él". Salmos 39:11
- Dios castiga. Eso también es verdad.
El castigo es necesario para poner freno a la maldad, para mostrarnos el desagrado del Señor hacia el pecado y para evitar que la causa de la verdad sea destruida. En repetidas ocasiones tuvo que castigar la maldad de los impíos -y aún la de su propio pueblo rebelde- con estos fines.
¿En qué queda entonces el texto? "Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete" Apocalipsis 3:19
No se debe entender como el refrán que dice "por que te quiero te aporreo". La palabra utilizada aquí tiene la connotación de una corrección disciplinaria. Las reprensiones y castigos de Dios tienen siempre por objeto el arrepentimiento, no nuestra destrucción.
No se debe entender como el refrán que dice "por que te quiero te aporreo". La palabra utilizada aquí tiene la connotación de una corrección disciplinaria. Las reprensiones y castigos de Dios tienen siempre por objeto el arrepentimiento, no nuestra destrucción.
El asunto crucial es que el verdadero y más definitivo castigo por el pecado no recayó sobre nosotros, sino sobre nuestro maravilloso Salvador Jesucristo. "Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos
nosotros curados". Isaías 53:5
Podemos entonces decir con confianza: "Mas él conoce mi camino; me probará, y saldré como oro". Job 23:10
- Verdad final: Dios, por amor a nosotros, castigó a Jesús.
Podemos entonces decir con confianza: "Mas él conoce mi camino; me probará, y saldré como oro". Job 23:10
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