LIBERACIÓN

"Aunque afligido yo y necesitado,
Jehová pensará en mí.
Mi ayuda y mi libertador eres tú;
Dios mío, no te tardes".
Salmos 40:17 
Suelo tener un mal sueño recurrente, con pocas variantes. Estoy en un lugar del que quiero salir y no puedo. Voy por una calle y está cerrada, tomo otro camino y tampoco tiene salida, y luego otro y lo mismo; luego despierto agitado.
Sin intentar explicarlo, resulta claro que este sueño es la manera en que mi cerebro expresa su perplejidad ante algunas vivencias sin solución.
Todos enfrentamos conflictos a diario, luchando por resolver cada uno de ellos, teniendo éxito en muchos casos, pero también encontrando que hay cosas que nos superan. Hagamos lo que hagamos, estos problemas son más grandes que nosotros.
  • Alguien nos odia sin razón aparente.
  • Una grave enfermedad nos aqueja a nosotros o a un ser muy querido.
  • Una separación o un divorcio rompe la armonía familiar.
  • Una catástrofe natural se lleva todo lo que tenemos.
  • La pérdida del trabajo nos enfrenta a un negro futuro.
Y podríamos sumar muchos otros motivos de ansiedad...
Simplemente, no podemos resolverlos con nuestras propias fuerzas.
Experimentamos entonces dudas, extrañeza, confusión, perplejidad, angustia, frustración, temor, desesperación, y toda otra suerte de pensamientos negativos.
No debiéramos sentirnos culpables por tenerlos -pues son parte de nuestra naturaleza humana desde que el pecado entró en este mundo-, pero si por mantenerlos.
Así como la Biblia no esconde los pecados y errores de los grandes héroes de la fe, tampoco esconde sus sentimientos y emociones negativas. Los libros poéticos de las Escrituras están llenos de este tipo de expresiones de angustia, dolor y desconcierto. Pero es allí cuando debemos recordar, como el escritor del salmo 40, que "nuestra ayuda y nuestro libertador" es Dios. Él es más grande que cualquier problema.
El ojo de la fe debe atravesar las tinieblas de la incertidumbre y elevarse hacia el Santuario Celestial, donde está Cristo intercediendo por nosotros.
Podemos expresar la misma confianza que tuvo Job en medio de su fatal angustia: "Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi liberación. " Job 14:14
Tenemos un precioso Libertador, que venció en cada conflicto, y destronó a la muerte y al pecado de su reinado en nuestro mundo.
Jesús derrotó completamente al poder de Satanás cada vez que se enfrentaron, y nos ofrece ayuda para ser vencedores. No existe situación tan compleja que él no pueda resolver. Nada escapa de su atenta mirada y nada está fuera de su alcance.
Hagamos nuestro el acertado consejo de esta cita:
  • "Conságrate a Dios todas las mañanas; haz de esto tu primer trabajo. Sea tu oración: “Tómame ¡oh Señor! como enteramente tuyo. Pongo todos mis planes a tus pies. Usame hoy en tu servicio. Mora conmigo, y sea toda mi obra hecha en ti.” Este es un asunto diario. Cada mañana, conságrate a Dios por ese día. Somete todos tus planes a El, para ponerlos en práctica o abandonarlos, según te lo indicare su providencia. Podrás así poner cada día tu vida en las manos de Dios, y ella será cada vez más semejante a la de Cristo". (El Camino a Cristo pág. 70).
Entonces podremos ver que, donde el camino parecía cerrado, se abre una amplia vía de salida.  Lo que nos llenaba de ansiedad se esfumará y comprobaremos, al igual que David, la liberación de aquello que nos parecía imposible de resolver. 
Podremos entonces decir: "Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en Jehová." Salmos 40:1,2
 Aún más. Pronto experimentaremos la liberación final de todos los resultados del mal. 
Ya no habrá nada que temer, no habrá caminos sin salida, ni nada que nos llene de ansiedad. Solamente gozo y paz perpetuos. 
Alaba al Señor por esta maravillosa esperanza.


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