UN SACO DE MANZANAS PODRIDAS

"He aquí, aunque él me matare, en él esperaré" . Job 13:15
¿Cambiarías un caballo por un saco de manzanas podridas? 
Un antiguo cuento de Hans Christian Andersen que leí en mi infancia, decía lo siguiente:
Un viejo campesino tenía por toda posesión un caballo. Un día su mujer le dijo que deberían venderlo."Verás mejor lo que nos conviene -dijo la mujer-. Precisamente hoy es día de mercado en el pueblo. Vete allí con el caballo y que te den dinero por él, o haz un buen intercambio. Lo que haces, siempre está bien hecho". (Ver el relato completo en: Lo que hace el padre bien hecho está).
Por el camino, el hombre cambió el caballo por una vaca (le pareció una buena idea), luego cambió sucesivamente la vaca por una oveja, la oveja por una oca y la oca por una gallina (en todo le pareció salir ganando). Cargando la gallina, entró en la posada y se sentó a beber algo. Cuando llegó a oídos de todos la historia, unos ingleses que estaban allí apostaron un saco de monedas de oro a que su mujer lo echaría a patadas al enterarse de sus intercambios. 
Al campesino le pareció cosa rara y aceptó la apuesta, volviendo a su casa acompañado de los apostadores y de una multitud de curiosos. Cuando le explicó el asunto a la mujer, ella simplemente manifestó con besos su aprobación a todo lo que él había decidido y los incrédulos tuvieron que marcharse asombrados, dejando la bolsa de monedas de oro en sus manos.
El relato finalizaba con estas palabras: "Sí, señor, siempre se sale ganando cuando la mujer no se cansa de declarar que el padre entiende en todo, y que lo que hace, bien hecho está".
En nuestro trato con Dios, nuestro Padre, ¿a quién nos parecemos en esta historia? ¿A los apostadores o a la mujer?
Damos por supuesto que el Señor bendice a sus hijos fieles y que todo lo que hacemos en la vida tendrá éxito si lo emprendemos tomados de su mano. Pero cuando las cosas no salen como esperamos, nos enojamos, nos deprimimos, nos frustramos o nos desconcertamos (o todo eso junto).
Si entregamos un caballo, esperamos recibir algo igual o mejor, no un saco de manzanas podridas. Nos cuesta aceptar que lo que nuestro Padre hace "siempre está bien hecho". Con esa actitud incrédula y materialista, somos como los apostadores o los curiosos.
Pero la mujer del relato festejó cada cambio de su esposo anciano. No miró las conveniencias materiales sino que juzgo positivamente las intenciones de aquel a quien amaba.Con gran sentido práctico, pensó que cosas buenas podría hacer con lo que el padre le traía.
Haga lo que haga nuestro amado Padre con nuestras vidas, deberíamos aceptarlo con gratitud, con espíritu de contentamiento y con fe en que lo que disponga resultará en lo mejor para nosotros. Nuestra fe no puede depender de la conveniencia, pues entonces ya no sería fe.
Necesitamos mirar más allá de las apariencias, para reconocer que: "toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación". Santiago 5:17
Tenemos finalmente el caso de Job ¿Quién más que él había experimentado el sufrimiento como resultado aparente de toda una vida de fidelidad? ¿Cómo pudo tener tan imperturbable confianza, al punto de afirmar que seguiría esperando en el Señor aunque le diera muerte?
Simplemente, porque conocía a su Hacedor. Conocía por experiencia propia su carácter amante y bondadoso. Muy en lo profundo de su alma, tenía la firme e imborrable certeza de que "todo lo que el Padre hace está bien hecho".
Si creemos, como él, que "a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien" (Romanos 8:28), estaremos más que dispuestos a sacar el mayor provecho de las "manzanas podridas" que creemos haber recibido. Nuestra voluntad será la suya, y todo lo que recibamos, lo recibiremos con gratitud y alegría. Sigamos el consejo de Pablo cuando dijo: "Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús". 1ª Tesalonicenses 5:16-18.

Comentarios

Entradas populares de este blog

VELANDO DEBIDAMENTE

ESCRITO EN LOS LIBROS DEL CIELO

JOSUÉ: PERSEVERANTE EN SU FE