A DIOS LE DA LO MISMO
¿Qué significa este título...? ¿Será que habrá algo que a Dios le dé lo mismo...?
¿Estoy acaso queriendo decir que nuestro Señor es indiferente a alguna situación...?
Estoy seguro que algunos protestarían ante tal pensamiento.
Si
bien el Señor no es impasible ni neutral en lo que tenga que ver con
el pecado, o con cualquier otra situación que aflija a sus hijos, hay
cosas que a Él no le afectan en lo más mínimo.
En realidad, lo que a Dios le da lo mismo,está a nuestro favor. Que Él no haga diferencia resulta una bendición para nosotros.
Veamos cinco cosas para las que Él no se hace problemas:
- Para salvar: “Dijo, pues, Jonatán a su paje de armas: Ven, pasemos a la guarnición de estos incircuncisos; quizá haga algo Jehová por nosotros, pues no es difícil para Jehová salvar con muchos o con pocos.” 1ª Samuel 14:6
- Para ayudar: “Y clamó Asa a Jehová su Dios, y dijo: ¡Oh Jehová, para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre venimos contra este ejército. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios; no prevalezca contra ti el hombre”. 2ª Crónicas 14:11
- Para justificar: “[otorgando] la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia”. Romanos 3:22
- Para bendecir: “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos”. Mateo 5:44,45
- Para juzgar: “En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos. Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente”. Lucas 13:1-3
Tenemos un Dios que no es indiferente sino ilimitado.
No se halla restringido como nosotros por el tiempo ni por el espacio;
no se pone ansioso por circunstancias adversas, no le importan los
números, ni sufre por falta de recursos o de ideas; nada de aquello que
nos cause perplejidad le afecta a él de igual manera.El Dios Todopoderoso, invariable e ilimitado está a nuestro favor ¡Aleluya!
Pero
necesitamos tener presente que aunque a Dios le den lo mismo, las
cosas no son así para nosotros. Por causa de nuestra humana limitación,
debemos prestar atención para no caer en fatal error.
Los sacerdotes del antiguo pacto, además de ofrecer sacrificios y mediar entre Dios y el pueblo debían ser maestros: “Y
enseñarán a mi pueblo a hacer diferencia entre lo santo y lo profano, y
les enseñarán a discernir entre lo limpio y lo no limpio.” Ezequiel 44:23
Lamentablemente de ellos se dice: “Sus
sacerdotes violaron mi ley, y contaminaron mis santuarios; entre lo
santo y lo profano no hicieron diferencia, ni distinguieron entre
inmundo y limpio; y de mis días de reposo apartaron sus ojos, y yo he
sido profanado en medio de ellos”. Ezequiel 22:26
Para un buen cristiano no todo da lo mismo; debemos ser cuidadosos y estar
capacitados para discriminar entre el bien y el mal. Debemos tener
afinados nuestros “sentidos espirituales” para conocer la diferencia
entre lo que le agrada al Señor y lo que no.
De lo contrario nos sucederá como a aquellos religiosos de la época de Jesús, a quienes dijo con tristeza: “Y
os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán
con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; mas los hijos
del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y
el crujir de dientes.” Mateo 8:11,12
Para
todo hijo de Dios y especialmente para quienes vivimos en el umbral de
los tiempos, las pequeñas cosas hacen grandes diferencias. Nos toca
ser completamente fieles o perecer, nos toca examinar nuestra propia
experiencia y por la gracia de Dios quitar todo estorbo y fuente de
contaminación espiritual para nosotros y para los demás.
No
es lo mismo la verdad que el error.
No da igual guardar un
mandamiento o dejar de hacerlo por pequeño que parezca.
No tienen el mismo resultado la
transigencia y la obediencia.
No es lo mismo profesar una religión que
ser cristiano.
Deberíamos tener presente el consejo del apóstol: “si
invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la
obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra
peregrinación”. 1ª Pedro 1:17
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