EL PODER DE LOS HÁBITOS I

"Y Dalila dijo a Sansón: Yo te ruego que me declares en qué consiste tu gran fuerza, y cómo podrás ser atado para ser dominado. Y le respondió Sansón: Si me ataren con siete mimbres verdes que aún no estén enjutos, entonces me debilitaré y seré como cualquiera de los hombres". Jueces 16:6-8.
Hay en el relato de Sansón y Dalila muchos elementos singulares. Un hombre de poderosa fuerza física, pero de carácter extremadamente débil.
Su trato con esta mujer filistea revela que tenía un tipo de razonamiento conocido como "pensamiento mágico". Esta manera de pensar se basa en la creencia de que los propios pensamientos, palabras o acciones producirán un hecho concreto de un modo que desafía la lógica.
Pensaba que era invulnerable a las consecuencias de sus actos, - pero nadie lo es -.
Cometió el gran error de apoyarse en su gran fuerza y no en Dios para librarse.
"A mí no me va a pasar"; "ya salí de esto una vez y lo volveré a hacer"; "puedo vencer este mal hábito cuando quiera"...
¡Tonta ilusión!
Jugar con la tentación y el pecado no es bueno. Y Sansón venía jugando hacia rato con la gracia divina.
Vez tras vez había confiado en sus propias fuerzas para librarse de las consecuencias de las malas decisiones que tomaba, pero al fin cayó derrotado.
"Y aconteció que, presionándole ella cada día con sus palabras e importunándole, su alma fue reducida a mortal angustia. Le descubrió, pues, todo su corazón, y le dijo: Nunca a mi cabeza llegó navaja; porque soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y me debilitaré y seré como todos los hombres. Viendo Dalila que él le había descubierto todo su corazón, envió a llamar a los principales de los filisteos, diciendo: Venid esta vez, porque él me ha descubierto todo su corazón. Y los principales de los filisteos vinieron a ella, trayendo en su mano el dinero. Y ella hizo que él se durmiese sobre sus rodillas, y llamó a un hombre, quien le rapó las siete guedejas de su cabeza; y ella comenzó a afligirlo, pues su fuerza se apartó de él. Y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él". Jueces 16:16-20
No debemos poner nuestra confianza en la fuerza de voluntad para resistir el poder del pecado y de los malos hábitos. Y jamás deberíamos alimentar la insensata idea de que podemos escapar de las consecuencias de nuestros actos. 
Sansón creía que esa vez se escaparía como las anteriores, sin percatarse de que había perdido en su presunción la protección divina. Entonces fue facil presa de los ataques de Satanás.
¿En qué reside nuestra única seguridad?
"Para toda alma que lucha por elevarse de una vida de pecado a una vida de pureza, el gran elemento de fuerza reside en el único “nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Hechos 4:12. “Si alguno tiene sed,” de esperanza tranquila, de ser libertado de inclinaciones pecaminosas, Cristo dice: “Venga a mí, y beba.” Juan 7:37. El único remedio contra el vicio es la gracia y el poder de Cristo. De nada sirven las buenas resoluciones que uno toma confiado en su propia fuerza. No conseguirán todas las promesas del mundo quebrantar el poder de un hábito vicioso. Nunca podrán los hombres practicar la templanza en todo sino cuando la gracia divina renueve sus corazones. No podemos guardarnos del pecado ni por un solo momento. Siempre tenemos que depender de Dios". Ministerio de Curación págs. 134, 135.

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