EL PODER DE LOS HÁBITOS III

"Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda. Entonces profanarás la cubierta de tus esculturas de plata, y la vestidura de tus imágenes fundidas de oro; las apartarás como trapo asqueroso; ¡Sal fuera! les dirás". Isaías 30:21,22
En el taller de rectificación de motores de mi padre, se acostumbraba comprar bolsas de estopa para limpieza. Después de lavar en gasoil las partes de motor, éstas se secaban y se limpiaban con la estopa. También los empleados se limpiaban sus engrasadas manos con ella. 
Al cabo de un tiempo, la estopa adquiría un feo color negro y se desechaba. Se había convertido en trapo sucio y no servía para nada, salvo para arrojarla en la basura.
En la entrada anterior mencioné que no puede haber vacío en el corazón. O lo llenará Cristo y su verdad, o estará lleno de malos hábitos y de toda inmundicia proveniente del demonio.
Nuestros hábitos saturados de pecado son un terrible impedimento para la salvación. Nos ciegan e inhabilitan para lo espiritual. Borran del corazón todo lo bueno y noble que Dios implantó en él. Destruyen la semejanza divina y nos rebajan al nivel de bestias. 
¿Cómo librarnos de ellos y reemplazarlos por hábitos correctos?
La experiencia del apóstol Pablo es un buen ejemplo de alguien que cambió dramáticamente su modo de vida. Cuando se encontró con Jesús camino a Damasco, todo lo que antes amaba, todo lo que defendía, todo aquello que lo impulsaba -su mundo entero-, se derrumbó.
Con firmeza los echó fuera como "trapo asqueroso". Llegó a apreciar lo eterno en una nueva luz; comprendió la belleza de la verdad, comparada con la cual la fama, las riquezas y la estima del mundo eran solo basura. 
Así, llegó a decir: "Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo". Filipenses 3:7,8
No renunciaremos al pecado a menos que -al igual que Pablo-, lo veamos en su verdadera dimensión de trapo sucio, enorme pérdida, estorbo colosal. 
Causó nada menos que la muerte ignominiosa de nuestro amado Salvador ¿Por qué seguir aferrados a él?
Examinemos cuál fue el método utilizado por el apóstol para cambiar tan radicalmente de vida y objetivos.
El mismo lo expresó de esta manera: "¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado." 1ª Corintios 9:24-27
Se requiere una dura lucha contra los malos hábitos, que se resistirán poderosamente a ser abandonados. Pero el poder de la gracia divina, la guía del Espíritu Santo y todo recurso del cielo están a nuestra disposición para vencer. De esto hablaremos en profundidad en la entrada siguiente. 
Ahora, a fin de poder eliminar los malos hábitos destructores del carácter, llenémonos del siguiente pensamiento:"Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia". Filipenses 1:21

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