EL PODER DE LOS HÁBITOS II


"Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo; y no hallándolo, dice: Volveré a mi casa de donde salí. Y cuando llega, la halla barrida y adornada. Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que él; y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero". Lucas 11:24-26 
En la parábola que Jesús contó sobre el espíritu inmundo que vuelve hay importantes lecciones. 
  • La primera de ellas es que no puede haber un vacío en el corazón. O es llenado por Cristo, o lo llena el enemigo.
  • La segunda es que cada acto o pensamiento realizado tiene influencia sobre el siguiente, y este sobre el que le sigue, y así sucesivamente.
  • Por último, la única manera de romper este círculo reside en el poder de Cristo como Salvador.

Uno de los engaños más frecuentes de Satanás es hacernos creer que podemos vencer con nuestras propias fuerzas. Nos hace caer en pecado, nos deja por un tiempo, sembrando en nuestra mente el pensamiento de que expulsamos el pecado por nuestra fuerza de voluntad, y finalmente vuelve con fuerza renovada, sumiéndonos en la miseria y la desesperación. Se regocija en su victoria y trata de que pensemos que es imposible cambiar. 
¿Cómo podemos romper este ciclo?
En primer lugar tenemos que conocer en que consiste el poder de los hábitos. 
"Cualquier acto, bueno o malo, no forma el carácter; pero los pensamientos y sentimientos acariciados preparan el camino para los actos y hechos de la misma clase... Por la repetición de los actos se establecen los hábitos y se confirma el carácter". Conducción del Niño pág. 184
En el proceso de la tentación es tremendo el poder de nuestros hábitos para bien o para mal.
Lo que hacemos, pensamos o queremos determinará la dirección de la vida. Y a la vez, en una horrible suerte de "inercia espiritual", corremos en la dirección elegida sin poder detenernos. De esta manera, cada uno forja las cadenas con las que el tentador lo atará. 
Por nuestra cuenta, nada podemos hacer, salvo barrer y adornar la casa para la próxima embestida satánica ¡Qué espanto!
Cada violación de la conciencia nos volverá más y más débiles para resistir al mal, aumentando nuestra impotencia y nuestro sentido de culpa por haber fracasado.
Ante el triste espectáculo de la deformidad de nuestro carácter, solo podemos exclamar: "¡!Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?" (Romanos 7:24); y la respuesta es siempre la misma que encontró el apóstol Pablo: "Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro." (vers. 25).
Busca hoy la victoria en Jesús.

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